domingo, abril 30, 2006

Datos de un viejo artículo.


Revista 3Puntos, Buenos Aires, 14-11-1997
"¿Qué pesticidas, qué sonidos y barreras de fuego se utilizarán contra la pobresa masiva? Hace ya años que los habitantes del centro de Río de Janeiro observan por la noche, con una punta de angustia, el parpadear de esas infinitas luces y pequeños fuegos que arriba, en las favelas del morro, les recuerdan que allí viven millones de desesperados. Esa gente podría bajar un día, galopando en sangre y barro, hasta enterrarlos en el mar.
¿Ficción, paranoia social? Quien resulte tentado por esas interpretaciones fáciles, recuerde que en 1989, al cabo de un par de meses de hiperinflación, cientos, quizá miles de desesperados mucho más recientes que los habitantes de las favelas cariocas asaltaron supermercados en Rosario y otras ciudades de la (entonces todavía) bien nutrida República Argentina. Por la misma época pasó lo mismo en Caracas. Aunque políticos, economistas, sociólogos, periodistas y psicoanalistas a la violeta sigan negándola o atribuyéndole causas y motivaciones disparatadas, ¿qué otro origen que la marginación puede tener la enloquecida violencia que hasta hace poco llamábamos "urbana"y ahora agrieta la calma chicha de Cipolletti y torna asesinos a alumnos de escuela primaria? El círculo es perfecto: se empieza por no tener trabajo o, lo que viene a ser lo mismo, por trabajar doce o catorce horas por día para ganar al mes apenas lo que se necesita para vivir mal una semana; se sigue por perder toda esperanza y acumular desaliento. Los hijos de este trabajador no habrán ido a la escuela o la habrán abandonado, habrán visto la inutilidad del sacrificio y luego la depresión, la degradante y miserable vejez y muerte de sus padres. Entretanto, ellos deberán crecer y vivir. Si trabajar no es posible; si estudiar no tiene sentido; si aún trabajando la vida es miserable y los maestros y profesores son tan pobres y están tan deprimidos como nuestros padres: ¿dónde está; qué es el futuro? En menos de un par de generaciones, la pobreza absoluta convierte a los descendientes de un pacífico clasemediero en desdentados violadores. Si tienen talento y ambición, en implacables mafiosos.
Hasta hace muy pooc, éste era un fenómeno exclusivo de los países subdesarrollados. (...) Pero el último estudio europeo sobre ingresos revela que entre 1988 y 1993 el número de hogares pobres pasó del 14 al 16% en Francia; del 10,8 al 13% en Alemania y del 17 al 23% en Gran Bretaña. En el país más rico de Europa y uno de los hasta ahora más igualitarios del mundo, Alemania, 4,5 millones de personas están sin trabajo; un millón participa en programas de empleo y casi tres millones viven de la ayuda social del Estado: son desempleados crónicos. En cuando a los afortunados que trabajan, sus salarios están congelados desde 1989, lo que ha estancado el consumo.
"Cada año, nuestras políticas actuales dan por resultado dos millones de personas que se suman al número de desempleados permanentes. Uno de cada cinco jóvenes queda fuera de la educación y sistema social, sin ninguna calificación. Sólo uno de cada diez europeos consigue ingresar en un programa de capacitación", afirmó el Comisionado Europeo para el Empleo y los Asuntos Sociales, Padraig Flynn, en un congreso realizado en Barcelona. El círculo es de hierro: las nuevas tecnologías permiten prescindir cada vez más de la intervención humana en la producción; menos trabajadores significa menos aportes al sistema de protección social, pero más costos para éste. La inevitable consecuencia es la crisis del sistema, la consiguiente desprotección de los desempleados, y en poco tiempo, la fractura social. En la sociedad más rica del mundo, Estados Unidos, 40 % de los ciudadanos carecen de toda cobertura social; más de cinco millones no tienen ni techo: son los homeless. Aunque en Estados Unidos el problema del desempleo aún es mínimo (4,9%), la sociedad de "dos velocidades" ya se ha instalado la fosa que separa a una de otra no hace más que crecer, debido a la despiadada competencia que hace bajar los salarios hacia niveles del siglo pasado. Un botón de muestra: el DRH (Director de Recursos Humanos) de Duke Power, confió a Le Monde: "Tenemos varias políticas de recursos humanos (pero el objetivo) es comprar talentos, remunerar en relación estricta con los resultados; cambiar la política de remuneración y protección social; utilizar el sistema de recompensas para eliminar a los más débiles; poner en ejecución programas precisos para eliminar trabajo." En consecencia, un trabajador estadounidense puede llegar a ganar cuatro dólares la hora (menos que una mucama hoy en Buenos Aires) sin protección social alguna, mientras el gerente de su empresa, "remunerado según los resultados", obtendrá 250.000 dólares al año, o mucho más.
"Los pobres más pobres, los ricos más ricos", tituló el semanario alemán Der Spiegel, citado por Clarín. "El número de personas que reciben ayuda social del Estado creció en Alemania Occidental de 922.000 en 1980 a 2,3 millones en 1995. El número de millonarios se incrementó en el mismo lapso de 67.000 a 131.000." El mismo día que en Francia el Socorro Católico denunciaba un fuerte aumento de la pobreza (dos millones de personas: "el fenómeno es la instalación de esta gente en una miseria durable", dice el SC), The Buenos Aires Herald informaba que el negocio de los autos blindados va viento en popa en Brasil, debido a la delincuencia. "Hay alrededor de 250.000 personas que ganan entre 200.000 y un millón de dólares: ése es nuestro mercado", declara el fabricante."
Julio Godio, Rebanadas de Realidad, Buenos Aires.

viernes, abril 07, 2006

Vuelos.



Me aburro y corro. Trato de ignorar todo lo que se me presenta adelante. No siento nada. Mi corazón, mi mente, mi cuerpo están totalmente huecos. De repente un pájaro gigante me agarra con fuerza, obligándome a subir cada vez más. La luna me saluda con un guiño y si extiendo la mano puedo acariciarla. Una cama pasa volando al lado mío, trato de estirar las piernas y apoyarme en ella pero el pájaro me lleva hacia otro lado.Imagino venir luego a la muerte, tan cerca, tan fría. Mi corazón, mi voz interior, vocifera que sí es ella. El pájaro susurra en mi oído. Me siento tan idiota... tan miserable. ¿Qué hago en las garras de un pájaro gigante que susurra incoherencias mientras la muerte me hace cosquillas en la planta de los pies? No puedo reír, todo esto se me hace infernal. Me siento muy sola en el medio de ese cielo anaranjado, obtuso. Estar ahí arriba es volver a inventar el mundo, es soñar en voz alta, y en la altura. ¿Quién me habrá invitado a este viaje? Confieso que comienzo a disfrutarlo, de a poco... El bienestar se acerca cada vez más, el olor del pájaro ya no entra raspando mis fosas nasales. La luna me sigue, ofreciéndose como asiento. Las nubes golpean mi cara por la velocidad. A medida que anochece el cielo se convierte en un laberinto de espejos, algunos se rompen y no puedo salir de la inmensidad de la noche. Qué desastre... tenía que estar temprano para comer... y acá estoy, en compañía del pájaro negro y despeinado, volando lejos de todo, intoxicada por ese humo denso, y quiero más, no quiero volver a casa, no podría abandonar esta oscuridad, que se mete en mí como hechizándome, tan suavemente, encadenándome lentamente. Mis manos no responden, se dejan atar, mi sangre hierve feliz, mi locura piensa en el mar, quiere nadar. Qué bien me vendrían unas copas en este momento, cómo me gustaría encenderme del todo.
Belu.