viernes, diciembre 29, 2006

Confusión.


A veces lo siento como un desconocido, como si no conociera lo que me hace sentir, como si 3+6 fueran 10, como si la ciudad no se estuviera cayendo a pedazos.

Todo, absolutamente todo turbio cuando estoy sobria. Llamáme, buscáme, sacáme de este mar salado e incoherente que me quiere arrastrar.

Besá este caracol que tengo entre las piernas, conjeturas pobres de una mente brillante, con los ojos brillantes a punto de llorar. Me descajeta el movimiento insulso de esos pelos rubios que se mueven al compás de un tango tan ebrio como yo. Papá, mamá, la redención está en la cuna, desde antes de nacer, desde antes del semáforo escandinavo y drogadicto que me hiere y me tuerce como se tuerce la lana de la oveja descarriada. La morocha del barrio, la que camina pisando huevos, duros, podridos, feos.

¿Qué soy? Un pedazo de carne con ánima, viendo bajar a los demás, con mi sensación en el estómago, confuso. El doblaje, la picazón en la pera, no aguanto. La mochila tan pesada, vos te quedás adentro. Vos, ahí, refugiado en mi inconsciente, en mi piel, en mi garganta que eructa cerveza, mezclada con dolor y con jeans fantásticos. Cronopio, cronopio, lleváme ahí, a la ventana pacifista, a la cama transparente.

Y mi prosa perdida en el vientre, y desechada en un inodoro cualquiera. Así como eliminé la vida de mi trascendencia infeliz.

Belu.

martes, diciembre 26, 2006

Andate.


Llegó el punto de la noche

en que la música me da melancolía

y siento traspasar la tristeza

hacia mí misma,

hacia vos,

no sé. La verdad es que no sé.

Pero ¿por qué no me encontrás?

Pienso que capaz

yo no quiero que me encuentres.

Quiero ser agua,

así de escurridiza.

Por eso no tengo celular.

Es hora de la música triste,

es momento de programarla.

Me transporto a una mañana

en el Abasto,

acompañada

de Luca Prodan

más vivo que nunca.

Y me dice que no tenga miedo,

y me mira y me traspasa

aunque tenga esos

lentes

para la gente que le da asco.

No quiero ir más a la escuela

instituciones malas,

no concuerdan.

Ya no quiero pudrirme,

porque la música me lleva.

Y hay algo que me reclama,

en el fondo del alma,

la abstracción de siempre.

No hay besos hoy,

hubo unos que se extinguieron

y se cansaron de subir

escaleras rotas.

Viene el tren, y yo qué sé qué está

haciendo ese ser que pensaba

y se aburría como yo,

pero me alejo y me alejo del suelo

como Luca, y como Lucas,

los dos escucharon el tren

y yo lo oigo venir

y me aterro.

Escalofríos.

Soledades.

Auxilio necesito vida,

bailar, mar, ojos amables…

Yo doy más

oportunidades,

me doy lástima.

¿Qué tengo de malo?

Sueño.

Es que a veces pienso que esto

no terminó.

Porque no quiero.

Tan difícil es conseguir lo que

nos hace bien.

Me lo cuentan Las Pelotas,

mientras limo con la sal mezclada

con agua, que provoca olas

en mí.

Ya no me mirás más y duele.

Belu.