miércoles, febrero 21, 2007

Duerme, tiembla, piensa… todos creemos que pensamos cuando estamos en un estado bastante complicado. Pero al señor de pelo blanco y camisa a cuadros me gustaría dibujarlo. Mis manos sólo quieren ayudar a mi mente a abstraerse, en cualquier lugar. Acá, con música mía, muy mía que espero… e invitaciones al paseo del medio desentendimiento. La gente juega, se distrae, duerme, lee el diario y yo me pregunto… ¿por qué suena esta música mediocre y deprimente habiendo tanta música hermosa en el universo?
Se consumió el cigarro como se consumen mis ganas de pertenecer a algo que sea real.
(En una servilleta)
Escribo acá porque no tengo otro lugar para hacerlo. Me impacienta la existencia sentirme rara. Es esa sensación de vacío existencial que me agarra de vez en cuando, cuando estoy en un lugar y necesito dispersarme. Sobria se me hace difícil, para ser sincera.
A veces no sé qué esperaría de mí, los acentos no me los olvido y la música horrible no se va. Todos tan juntos, disfrutando, alguien llama pero no era a mí a la que solicitaban. Dormir no quiero, volver a mi casa como si fuera un fantasma, sentarme en la computadora como una autista, lamentarme por mi patética existencia, llorar tal vez, embotarme en alguna cosa, sentirme sola, infeliz, triste, ida, un cachivache maltrecho, joven y con pocas ganas de vivir, una mala combinación para un ser en cortocircuito como yo.
Ahora, la bendita pausa, tragar, pasar, digerir alcohol. Y colgarme en el señor dormido con el vaso lleno. Qué descortesía por parte de su cerebro.
La música pasó cuando tenía que pasar; si la disfruté o no, no tengo idea, pero canté un poco y moví el cuerpo escuchando reggae que viene de andá a saber dónde. Luca ya no me canta en este plano astral. Ojalá que cuando expire de acá me lo encuentre y me cante “Mañana en el Abasto”, y yo llore por todo lo contenido en mi pobre espíritu.
Belú.
27/12/06