jueves, octubre 02, 2008

Manic Depression.


Me voy a vestir de atajos
para no ver nunca más
la calle principal
de mi vida
triste,
y ¿por qué me confundís?
Me llamo María Belén,
no Giselle,
ni Mabel,
y ayer fue domingo
y no Matías.
Es inevitable
no tener ganas de llorar.
Es desolador
verte así,
tan callada,
tan confundida,
tan triste,
tan ausente.
¿Cómo hago para que vuelvas conmigo?
¿Con nosotros?
Mamá yo te necesito tanto...
Mamá yo no quiero que nunca te vayas de casa,
a una residencia o cosas así,
y que no me veas un día y ya te olvidés
de mí.
El sábado te dije:
"Mamá por favor no te olvidés de nosotras".
Y me dijiste que no querías,
pero que te mirara,
que no estabas bien.
Y sonreíste y me dijiste:
"Igual no importa,
¿tiene mucha importancia?"
Y yo te mentí,
te dije que no,
que no tenía importancia,
que mientras te sintieras bien
a mí no me interesaba
que te olvidaras de las cosas.
Pero en realidad
me duele mucho.
Me duele mirar tu cuaderno,
y ver los dictados,
y las sumas,
y las figuritas que recortás,
y tus errores
tan explícitos
y tan marcados ahí.
Sos como una nena.
Volviste a ser una nena,
con 58 años.
¿Puede existir una enfermedad así?
Ahora todos nos damos cuenta
y perdimos ese atisbo de esperanza
de que no fuera Alzheimer
lo que te está consumiendo
desde hace casi tres años.
Tres años...
lo pienso y no lo creo.
Y vuelvo a pensar,
una vez más,
¿cómo pude vivir así tres años?
¿Cómo voy a hacer para seguir viviendo?
Mi hermana me dijo
que dentro de un tiempo
ya no ibas a poder vivir más
en casa.
Ni aunque hubieran tres personas
ayudándote, atendiéndote, conteniéndote.
Ibas a tener que ir a algún lugar,
pero yo sé que a vos te va a poner triste.
A los viejitos, y a las personas enfermas
no les gusta que los echen,
prácticamemte,
de sus casas.
Y los lleven a otro lado,
con desconocidos,
y enfermeras que te dan de comer de prepo
y te visten bruscamente,
o a veces te hacen un mimo,
y cuando apagan la luz tenés
que dormir ahí,
y no va a estar papá al lado tuyo,
y tu tarrito naranja para
escupir la flema cuando tosés,
y Nirvana a los pies de la cama,
que te saca las pantuflas para jugar.
Y yo no voy a poder merodear
de noche para ver si estás bien.

No quiero llorar más,
al menos hasta dentro de las próximas
tres horas,
cuando me siente a almorzar
con vos y Mabel,
y vea que casi te olvidás de comer,
y no puedas, o no quieras,
cortar la comida.

Belú.